ARGENTINA INSOLENTE
En mi casa me enseñaron bien.Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar dos reglas sagradas
:Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... Ni siquiera papá. Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue papá”. Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa.No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue. El respeto por la Autoridad de papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.
Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían. Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas.. Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias. Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera
.Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas” mediante el sano y excitante proceso de la “travesura” que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente..La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. No me diga, uno así vive en un mundo predecible.El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba a los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo.Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.Así fue en mi casa.
Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no. Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había “travesuras” sin “castigo”, y una enorme cantidad de “reglas” que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido (o un boludo, si me lo permite). El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba.Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta (sí, aún sigo siendo un ingenuo), nunca pude digerir, pero siempre me lo tengo que comer: "la impunidad". ¿Quiere saber una cosa? En mi casa no había impunidad. En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad.Le explicaré: Justicia, porque “el que las hace las paga”. Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.Las reglas eran claras. Los castigos eran claros. Así fue en mi casa
.Y así creí que sería en la vida. Pero me equivoqué. Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia, y hacía que todo funcionara. En mi casa había una “Tercera Regla” no escrita y, como todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado. Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:
Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.
Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo. Eso es lo que nos arruinó.. LA INSOLENCIA. Usted puede romper una regla -es su riesgo- pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio
.El mal de los Argentinos es la insolencia. La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza. La insolencia hace un culto de cuatro principios:
- Pretender saberlo todo.
Tener razón hasta morir.
No escuchar.
Tú me importas, sólo si me sirves.
La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación. La insolencia en mi país logra que los que no pueden trabajar cobren un subsidio proveniente de los impuestos que pagan los que sí pueden trabajar (muy justo), pero los que no pueden trabajar, al mismo tiempo cierran los caminos y no dejan trabajar a los que sí pueden trabajar para aportar con sus impuestos a aquéllos que,insolentemente, les impiden trabajar.
Léalo otra vez, porque parece mentira.Así nos vamos a quedar sin trabajo todos. Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.Bueno, y así están las cosas.
Ah, me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya? Qué interesante. ¿Usted sabe que demasiada gente me ha dicho que ésas eran también las reglas en sus casas?Tanta gente me lo confirmó que llegué a la conclusión que somos una inmensa mayoría.
Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes? Yo se lo voy a contestar.PORQUE ES MÁS CÓMODO, y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado. Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas
Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA. Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual.Porque hay que aprender a hacerlo todos los días. Ése es el desafío.Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo.
Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.
¿A USTED QUÉ LE PARECE? ¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?
Espero no haber sido insolente.. En ese caso, disculpe...
.Dr. MARIO ROSEN (medico, educador, escritor)
y la INSOLENCIA de este pais sigue presente, cada dia, cada minuto de nuestras vidas...violando reglas...( que en mi casa y seguramente en la tuya SE RESPETAN)
RUBEN CARBALLO (17 años)
MELISA LA TORRE (20 años)...., entre otros, victimas de la INSOLENCIA de un pais que no tiene reparo a la hora de ROMPER LAS REGLAS...
30 DE DICIEMBRE DE 2009: 5 AÑOS SIN NUESTROS CHICOS....Y SIN JUSTICIA
PD)....CALLEJEROS - LAS PASTILLAS DEL ABUELO -VIEJAS LOCAS en Cosquin Rock 2010....(acataran las reglas o seguiran siendo INSOLENTES????.....)
3 comentarios:
buenisimoooooooooooo! cuanta verdad ...
La insolencia es un virus en nuestra sociedad pero todos tenemos la OBLIGACION de generar un antidoto fundado en la cooperacion y las ganas de cumplir tan simples reglas...
LOS CHICOS DE CROMAÑON PRESENTES AHORA Y SIEMPRE Y TODOS LOS RESPONSABLES PRESOS!
Lo que publicaste es la pura verdad. Es cotidiano en este puto pais darse cuenta que prima la insolencia, el individualismo,la prepotencia,la ley del mas fuerte. Es muy doloroso descubrir todos los días como se le caen las caretas de la cara de personas en quien confiabas y no hacen más que pisar al otro sin importarle el dolor que producen. Este es el pais del menefreguismo. Es por eso que cuido tanto y respeto a los pocos que nunca me defraudaron, ni me dieron la espalda cuando los necesite en la lucha cotidiana. Entre ellas estas vos Mirtita que siempre fuiste coherente con tu pensar y accionar. Te mando una gran beso. Lila
Insolencia + Comodidad, una combinacion terrible!!!
Las reglas de las q hablas son con las q me crie y con las q crio a mis hijos, con algunos articulos e incisos agregados ya q me atrevi a modificar algunas cuestiones. Pero es un poco raro ver q son cuetionadas cuando te dicen pero si a fulano o a mengano tal o cual cosa.Antes casi todas las casas tenian las mismas reglas, ahora ya no. Sera q como yo,padres de esta generacion las modificaron, el tema es como las modificaron.
No entiendo en q momento nos convertimos en una generacion de hijos eternos, obedeciendo las reglas de nuestros padres y a su vez la de nuestros hijos. Somos hijos de nuestros padres y de nuestros hijos, y como todo "hijo" q se precie de tal somos un poco traviesos,lo triste q en la adultez la travesura nos es travesura sino irresponsabilidad...
Somos irresponsables!!!
Y la mayoria de los q no lo somos no se atreven a decirlo, por miedo de ser tildados de fachos.Ajustarse a las normas, cumplirlas y hacer q se cumplan ahora parece q es cosa de gorilas...
El q hace las cosas bien es un tarado y el q es respetuoso mucho mas...
Y mientras asi seamos, necios, individualistas, intolerantes y comodos nada nos va a refrescar la memoria y nada va a cambiar...
Y la frase mas terrible..si total a mi no me paso nada...
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